Desde el mes de junio, los líderes del Comité Nacional Demócrata (CND) optaron por dirigirse a The Washington Post con la noticia de que el comité había sido atacados, víctimas de hackers rusos.
Ya habíamos publicado anteriormente datos y pronunciamientos de las personas involucradas en el caso de ataques cibernéticos a las elecciones 2016 de Estados Unidos. ENLACE PREVIO
Un hacker que se autodenominaba Guccifer 2.0 apareció en la web, pretendiendo ser el hacker que ataco a los que inicialmente hicieron la denuncia del CND, y publicó un documento confidencial del comité con un informe sobre Donald Trump y media docena de otros textos para probar su buena fe. “Y es apenas una pequeña parte de todos los documentos que descargué de las redes de los Demócratas”, escribió. Luego, algo más perturbador: “La mayor parte de los papeles, miles de archivos y correos electrónicos, los entregué a WikiLeaks. Los publicarán pronto”.
Imagen: Ataques informáticos en vivo graficadas en un mapamundi; capturada de norsecorp.com
Ya era bastante malo que unos hackers rusos hubieran estado espiando las redes del comité durante meses. Pero ahora la publicación de los documentos convertía una operación de espionaje convencional en algo mucho más inquietante: sabotaje político, una amenaza impredecible e incontrolable para las campañas demócratas.
Guccifer 2.0 usó el apodo de un hacker anterior, un rumano que se llamaba a sí mismo Guccifer y fue condenado por penetrar en las computadoras personales del ex presidente George W. Bush, el ex Secretario de Estado Colin Powell y otras personas notables. Este nuevo atacante parecía enfocado en mostrar que los ciberexpertos del C.N.D se equivocaban al culpar a Rusia. Guccifer 2.0 se dijo un “hacker solitario”.
Sin embargo, los investigadores socavaron rápidamente la historia. Dejándose llevar por un impulso, Lorenzo Franceschi-Bicchierai, escritor para Motherboard -el sitio de tecnología y cultura de Vice- buscó entrar en contacto con Guccifer 2.0 a través de Twitter. “Sorprendentemente, contestó de inmediato,” dijo Mr. Franceschi-Bicchierai. Pero quien estuviera del otro lado parecía sólo burlarse de él. “Le pregunté por qué lo había hecho, y dijo que pretendía dejar en evidencia a los Iluminati. Dijo que adoraba a Gucci. Y dijo que era rumano”.
Eso le dio a Mr. Franceschi-Bicchierai una idea. Usando Google Translate, le hizo un par de preguntas al supuesto hacker en rumano (...). Claramente no era el rumano que decía ser. Ciber-investigadores encontraron otras pistas que apuntaban a Rusia. Documentos de Word publicados por Guccifer 2.0 habían sido editados por alguien que se autodenominaba, en ruso, Felix Edmundovich, claro nom de guerre en homenaje al fundador de la policía secreta soviética, Felix Edmundovich Dzerzhinsky. El texto estaba marcado por advertencias en ruso, generadas por lo que era claramente una versión en ruso de Word.
El 6 de Julio, 12 días antes de que empezara la Convención Nacional Republicana, Guccifer publicó el plan de batalla del Comité Demócrata y su presupuesto para respaldarlo. Para los operadores republicanos, la información valía oro. Después WikiLeaks, empezó a publicar el material pirateado, como Guccifer 2.0 había prometido. El 22 de julio, tres días antes de que empezara la Convención Demócrata en Filadelfia, WikiLeaks largó 44.053 de e-mails del partido con 17.761 archivos adjuntos. Algunos mensajes dejaban en claro que ciertos funcionarios demócratas favorecían a Hillary Clinton ante su rival más progresista, Bernie Sanders.
Eso no era una sorpresa. Sanders había sido un socialista independiente, no un demócrata. Pero los emails, algunos crudos o insultantes, enfurecieron a los delegados de Sanders cuando llegaron a Filadelfia. Trump, a estas alturas ya el nominado Republicano, se declaró encantado por los constantes sobresaltos de su opositor, y empezó a utilizar Twitter y sus discursos de campaña para resaltar las publicaciones de WikiLeaks.
Pero WikiLeaks recién empezaba. El 7 de octubre, un mes antes de las elecciones, el sitio empezó a publicar en serie miles de emails privados escritos por y dirigidos a John Podesta, el jefe de campaña de Hillary. Los emails de Podesta revelaban los contenidos de discursos de Hillary a grandes bancos, que ella se había negado a publicar. Revelaban tensiones internas de la campaña, incluyendo los desacuerdos a propósito de donaciones a la Fundación Clinton, desaprobada por miembros del staff por su posible impacto negativo en la imagen de la candidata, y la queja de que los instintos de Hillary no estaban a la altura de lo esperado.
La campaña de Trump supo con antelación el plan de WikiLeaks. Días antes de que empezara la publicación de los emails de Podesta, Roger Stone, un operador Republicano trabajando en la campaña de Trump, publicó un tweet acerca de lo que vendría. Julian Assange, el fundador y editor de WikiLeaks, ha negado la conclusión de que el sitio se haya vuelto un recurso de hackers rusos que trabajan para Putin, o de que haya intentado socavar deliberadamente la candidatura de Clinton (...). Pero la evidencia por ambos cargos parece convincente.
Fuente: http://www.clarin.com/mundo/Intrigas-hackers-corazon-electoral-EEUU_0_1707429309.html
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